Por Francisca Garay, coach en indagación apreciativa diplomada en felicidad organizacional.
En los últimos siglos, antes de la psicología positiva, las investigaciones y temas de la psicología como ciencia se centraba en las enfermedades, en las emociones negativas y en el sufrimiento de las personas. Recién en el siglo XX se intervienen con estudios científicos las experiencias positivas, las fortalezas y cada aspecto bueno y rescatable del hombre, con el foco puesto en mejorar su calidad de vida y con el importante efecto de romper el “paradigma de mirar la infelicidad”. Los orígenes de la psicología positiva no provienen ni desde, ni como un grupo filosófico, sino que amplía el campo tradicional de actuación y adopta el método de la psicología científica, tomando evidencias. Es así que para desarrollarla Martin Seligman junto a otros colaboradores, plantea el modelo PERMA, que busca alcanzar el bienestar a través de cinco pilares, cuales son: emociones positivas (P), involucramiento (engagement E), relaciones positivas (R), sentido (meaning M) y logro (achievement A).
Pero más allá de profundizar en estos cinco elementos y su funcionabilidad práctica, que dejaremos para un próximo artículo, es necesario responder la forma en que este modelo PERMA y la filosofía aristotélica pueden integrarse y me surge espontánea e intuitivamente una sensación de expresar que la humanidad, no obstante todo lo negativo que se diga al respecto del hombre y su forma moderna de sentir desapego y su mal vivir a riesgo de violentar(se)/exterminar(se) los recursos naturales, a la vez está tomando más consciencia del impacto que provoca y el sentido de cuidado de sí y de su entorno.
Aristóteles se torna bastante extenso en explicarnos que la felicidad es el fin último del hombre y que durante toda la vida se asume incluso en calidad de tarea constante. Asimismo, describe al ser humano como un ser completamente racional y virtuoso, capaz de asumir la búsqueda de la felicidad más que la de los bienes materiales, los que a juicio de éste son sólo un medio para alcanzar la felicidad.
En el punto que convergen Aristóteles y Seligman, es que ambos definen de manera muy similar al hombre en cómo vive la felicidad. El primero procesa y filosofa aludiendo a que la experiencia de felicidad es personal/subjetiva y a su vez indica que la felicidad pasa también por cómo el ser humano la vive en la dimensión social, como parte del bienestar colectivo; no puede ser feliz él solo.
Martin Seligman y sus colaboradores, en sus inicios también centran su atención en el propósito del hombre acerca de la felicidad -alejada de la línea constructivista (Descartes) presente en el siglo XX- aquí surge la psicología positiva en éste, su primer intento por plantear el bienestar subjetivo, del que cito a continuación ciertas reflexiones de Martin Seligman en su libro La vida que Florece, en el capítulo 6 (2011):
– “Si la evolución tuviera que basarse en maximizar la felicidad, la raza humana habría desaparecido hace mucho tiempo…”
– “Del mismo modo, si a felicidad personal futura fuera nuestro único objetivo, dejaríamos a nuestros padres y ancianos sobre témpanos de hielo para que muriesen. Por consiguiente, el monismo de la felicidad no sólo entra en claro conflicto con los hechos sino que resulta una mala guía moral: si se toma la teoría de la felicidad como guía para las decisiones de la vida, algunas parejas decidirían no tener hijos.”
Unos escasos años más tarde, deja atrás la teoría de “La auténtica felicidad” porque descubre que es unidimensional. Lo que la acerca al monismo de Aristóteles, entonces modifica su planteamiento y presenta la teoría del bienestar y el modelo PERMA con sus cinco pilares anteriormente descritos y utiliza el innovador término de “Florecimiento humano” como la expresión que se hace cargo de un Bienestar integral en el hombre, que asume el deseo de tener buenas relaciones, gozar de logros y tomarle sentido a la vida.
Les comparto algunas ideas fuerza que me surgen de este artículo:
“No busques la felicidad fuera de ti, es como si un caracol caminara buscando su casa”
“El hombre no busca la felicidad porque quiere ser más rico, sino que la busca por sí misma, como un fin; es autárquica”
“El ser humano no sólo es feliz por él, sino que alcanza su felicidad en comunidad, así florecen todos juntos”